Asesoramiento transcultural
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La expresión „terapia o asesoramiento transcultural“ incluye tres dimensiones
que encuentran aplicación en la fase inicial del tratamiento, en función del grupo
objetivo, de la personalidad y las necesidades psicológicas de los clientes/pacientes,
así como de sus condiciones de vida.

Por la propia naturaleza de este proceso, el interesado, mientras aborde las
temáticas de su respectivo nivel inicial, alcanzará, finalmente, también los otros
dos niveles, experimentándolos en primera persona e interpretándolos de acuerdo
con los objetivos terapéuticos definidos.

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Dimensión 1:
Pertenece a esta dimensión aquel grupo de personas, cuyos problemas psicológicos surgen
de relaciones biculturales o bien se producen en un contexto marcado por las relaciones biculturales.
La labor del terapeuta, en este caso, consiste en la investigación de los problemas recíprocos, teniendo en cuenta que a éstos subyacen las diferentes estrategias para hacer frente a la
vida que cada uno aplica según sus costumbres y pertenencia nacional.

Dimensión 2:
El problema de este grupo clave concierne principalmente a la relación entre el grupo y el individuo, relación que suele representar un conflicto parecido al bicultural, ya que existe el
riesgo constante que el individuo falle a las normas del grupo.
Pertenecen a este grupo problemas como la soledad, el aislamiento, el tener un enfoque paranoico, la exclusión, el mobbing y la marginación – bien en su forma exterior, bien en su
forma interiorizada. Las dificultades de un extranjero en un país diferente al suyo, desde
este enfoque, parecen ser una mera manifestación específica de la problemática de grupo “individuo-sociedad”.

Dimensión 3:

La tercera dimensión del asesoramiento transcultural se define principalmente por una
estructura de personalidad caracterizada por un desequilibrio interno en la relación entre lo personal y lo ajeno.

Los síntomas característicos son los temores generalizados, la falta de identidad, la intolerancia
al miedo, la imprevisibilidad y otros problemas en las relaciones humanas.
El aspecto problemático suele ser no sólo „lo ajeno en mí“, sino también lo “mío”. En todo caso,
la labor terapéutica tiene como objeto la relación entre los dos aspectos. Para ello, resulta ser muy útil hacer referencia a la transculturalidad.
Este círculo de personas, a menudo, tiene predisposición para pensar y actuar de manera creativa, lo que se traduce en una buena garantía para el éxito terapéutico.